El tango llegó a Europa, más específicamente al puerto de Marsella a principios del siglo XX, llevado en el equipaje por marineros argentinos que no perdieron el tiempo enseñándolo a los franceses… a quienes, a su vez, les encantó.
La popularidad del Tango se debió al simple hecho de que era un baile que involucraba a los dos bailarines como pareja, y que aún permitía, por primera vez en la pista de baile, la improvisación.
Y las cosas se estaban calentando…
Sin embargo, Argentina estaba experimentando uno de los capítulos más prósperos de su historia, siendo en ese momento el séptimo país más rico del mundo, un estado que permitió a los argentinos ricos enviar a sus hijos a estudiar a Europa. Estos no salieron de casa sin su Tango y, aunque la danza todavía no era bien considerada en los prestigiosos círculos sociales de Buenos Aires, en París, nadie quería nada más, ni ricos ni pobres.